Los Sintomas De La Ludopatia
El DSM-IV-TR lo incluye dentro de la categoría de trastornos del control de los impulsos no clasificados en otros apartados, siendo su característica esencial la dificultad para resistir un impulso, motivación o tentación de llevar a cabo un acto perjudicial para uno mismo o para los demás.
Los criterios para el diagnóstico de juego patológico según la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) son:
A. Comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente, como indican al menos cinco (o más) de los siguientes ítems:
1) preocupación por el juego (p.ej., preocupación por revivir experiencias pasadas de juego, compensar ventajas entre competidores o planificar la próxima aventura, o pensar formas de conseguir dinero con el que jugar)
2) necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir el grado de excitación deseado
3) fracaso repetido de los esfuerzos para controlar, interrumpir o detener el juego
4) inquietud o irritabilidad cuando intenta interrumpir o detener el juego
5) el juego se utiliza como estrategia para escapar de los problemas o para aliviar la disforia (p.ej., sentimientos de desesperanza, culpa, ansiedad, depresión)
6) después de perder dinero en el juego, se vuelve otro día para intentar recuperarlo (tratando de «cazar» las propias pérdidas)
7) se engaña a los miembros de la familia, terapeutas u otras personas para ocultar el grado de implicación con el juego
8) se cometen actos ilegales, como falsificación, fraude, robo o abuso de confianza, para financiar el juego
9) se han arriesgado o perdido relaciones interpersonales significativas, trabajo y oportunidades educativas o profesionales debido al juego
10) se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la desesperada situación financiera causada por el juego
B. El comportamiento de juego no se explica mejor por la presencia de un episodio maníaco.
La prevalencia de la ludopatía está influenciada por la disponibilidad del juego, de forma que el aumento de ésta trae como consecuencia un incremento de esta patología. En España la tasa de jugadores patológicos de 18 o más años se estima en un 1.5 % y la de jugadores-problema en un 2.5 %. En cifras absolutas hay en nuestro país aproximadamente 500.000 jugadores patológicos y 800.000 personas en el umbral de serlo. Del medio millón de jugadores patológicos, 350.000 lo serían de máquinas tragaperras. La prevalencia del trastorno en adolescentes es tres o cuatro veces superior a la existente en la población adulta.
Castaños y Montesinos señalan como variables predisponentes y mantenedoras del juego patológico la edad de inicio temprana; género masculino; juventud; hijo de jugadores patológicos; estado civil soltero, separado o divorciado; estilo de vida caracterizado por frecuente exposición al juego; déficit en habilidades de autocontrol y afrontamiento del estrés; activación fisiológica percibida como reforzante; distorsiones cognitivas, conceptos erróneos e ideas irracionales (v.g., ilusión de control o creencia en la posesión de una especial habilidad para influir en los resultados del juego, optimismo irracional o sobrevaloración de las posibilidades de ganar, creencia en la mayor probabilidad de obtener el premio cuantas más jugadas ha efectuado sin obtenerlo, valor atribuido al dinero por exceso cuando se gana y por defecto cuando se pierde, contabilizar sólo las ganancias y únicamente las pérdidas del día anterior); ansiedad y depresión; nivel de participación y manipulación; inmediatez del resultado; rapidez de respuesta; estímulos asociados al juego (luces, sonidos, máquinas parlantes que incitan a jugar); fácil accesibilidad y disponibilidad; refuerzo intermitente de razón variable (es decir, premio contingente a número variable de apuestas); y economía de apuestas. Las personas que acuden a tratamiento son hombres entre 25 y 40 años, nivel educativo medio y alto, activos laboralmente, casados y con un promedio de seis años de duración del trastorno.
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